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.Que Dalí, Valle-Inclán, Unamuno o Baroja eran unos españolistas, unos vendidos y unos cabrones.Y que los únicos que siempre lo han tenido claro, los únicos con verdadera conciencia nacional y con cultura diferenciada en todo esto, han sido Canigó y las otras obras maestras universales de la literatura catalana, Gaudí, los castros celtas, Castelao, el frontón de Anoeta y el pensamiento intelectual profundo, decisivo para Occidente, de don Sabino Arana.Tócate los cojones.Algunos creemos, desde luego, que la Cultura no puede estar en manos de ministros analfabetos y/o incompetentes que desde hace décadas y legislaturas se vienen dejando romper el ojete con una sonrisa, no vayan a llamarlos, por Dios, intransigentes y fascistas.Pero una cosa es detestarlos por sus obras o por la ausencia de ellas, y otra desguazar lo que queda en beneficio de cuatro sinvergüenzas; de cuatro golfos apandadores que pretenden ahora vender la moto —y no les quepa duda de que la venderán— de que la combinación de las palabras cultura y nación aplicadas al conjunto de España constituye un concepto reaccionario, perverso, que como tal debe ser fusilado al amanecer.Porque ya no se trata de que a una cuerda de paletos neonazis, Astérix iluminados o tenderos sin escrúpulos les impone un carajo Séneca o el Código de las Siete Partidas.Lo que pretenden ahora es que nadie, ni siquiera el resto de españoles —o de lo que pretendan que seamos— los conozca.Que se nieguen, se desacrediten y se olviden, para extender el mantel y repartirse la merienda sobre su requiescat in pace.El Semanal, 14 Marzo 1999Temblad, llanitosQué miedo.El ministro don Abel Matutes ha decidido que a Gibraltar le vamos a poner los pavos a la sombra.Cuando hace unas semanas Peter Caruana le jugó a don Abel la del chino, dejándolo con el culo al aire, el palacio de Santa Cruz clamó venganza, cielos, venganza.La venganza de don Mendo.Así que nuestra diplomacia quiere apretar las tuercas a ese nido de piratas que se chotea del señor Matutes y de sus antecesores desde que Franco era cabo.Incluso desde antes.El Gobierno de las Españas, que cuando se enfada es terrible, ha decidido chivarse a la CEE de lo malos y lo tramposos que son los de La Roca.Porque ésa es otra: la palabra Peñón tiene connotaciones poco de centro, y Roca, traducción del inglés rock —como rock and roll—, es más políticamente correcto, más moderno, y así no piensan que Matutes y su ministerio son de derechas, por Dios.Mis amigos gibraltareños, Silvia la morenaza guapa del bar, y el gran Eddie Campello, y el rubio Parodi, y los otros de allí, incluyendo los que iban y venían al moro en las Phantom con el helicóptero de mi compadre Javier Collado en la chepa, deben de estar acojonados.Imagino el diálogo: oye, qué preocupación, colega, que el ministro Matutes dice que nos va a poner a marcar el paso, pisha.A ver si la CEE, que no tiene otra cosa que hacer, se toma en serio esa lista de las treinta mil normativas que incumplimos y las cincuenta sociedades fantasma, o a lo mejor es al revés, shosho; y la OTAN nos bombardea, y nos viste a los monos de cascos azules.Ohú.Qué pánico.Incluso yo mismo estoy preocupado.Igual un día paso por allí con el curricán en el agua, y me sale una patrullera llanita a decirme oiga usté.Y yo, sabiéndome respaldado por un Gobierno bravo y con casta, me subo a la cruceta y les digo iros a hacer puñetas y esto para la reina, y ellos se ponen flamencos y me piden los papeles, y yo me abalanzo a la radio y digo mayday, mayday, a mí la Legión, y el ministro Matutes en persona manda a la corbeta Vencedora, que para eso están las corbetas, a defender mi derecho a echar el curricán donde me salga de los cojones.Pero entonces lord Flanagan y su puta madre piden en el Parlamento que manden la HMS Surprise y toda la flota de Su Majestad, y liamos la de Trafalgar en postmoderno.Así que ojo.Cuando se tienen jabatos como el ministro Matutes, estas cosas se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban.Uno, en su modestia, recomendaría a Exteriores que, si de verdad quiere fastidiar a Caruana y su panda de golfos, en vez de registrarles los coches a los turistas y montar numeritos con los picoletos de la aduana y seguir haciendo públicamente el payaso, les diera un toque a los intereses británicos que, en suelo español y con la complicidad y el compadreo de empresarios españoles, controlan la Costa del Sol con urbanizaciones de lujo, campos de golf, puertos deportivos y demás: auténtico sistema neocolonial con oficina en Gibraltar y la vivienda y todas las ventajas y todo el lujazo en España, donde invierten su pasta, y tienen sus Casas, y pasan el fin de semana los ministros y gobernantes gibraltareños, por el morro.Ésos sí que son intereses británicos de verdad, vulnerables porque donde está el dinero es donde duele.Apretar las tuercas ahí, y no a los infelices que cruzan la verja, sí que fastidiaría a mis primos del Peñón, y a los de Londres.Pero en ese puchero no sólo mojan ingleses, así que cuidadín.Casa cosa es cada cosa.En cuanto a los intereses generales, a los que el ministro se refería para justificar las colas en la frontera y la pérdida de empleo de los trabajadores españoles, alguien debería recordar que los sucesivos gobiernos de España se han venido pasando los intereses de los habitantes de la zona por el forro de los huevos, convirtiendo La Línea y el campo de Gibraltar, después de mucha mojarra y mucho cinismo, en un lugar de abandono y miseria donde la gente ha tenido que montárselo como Dios o el contrabando le han dado a entender.Y que ahora la colonia británica, el turismo que genera, su actividad comercial y picaresca pirata y desprovista de vergüenza, son el único recurso económico solvente.Los españoles de allí no tienen otro remedio que vivir de Gibraltar, haciéndoles de camareros y de albañiles y de tenderos a los llanitos y a los ingleses.Así que van listos, si son el ministro Matutes y su Gobierno los que ahora se comprometen a darles de comer.Como decía el chiste: Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.El Semanal, 21 Marzo 1999Una historia vulgarPues sí.Es una historia más de esta España que va bien, donde los políticos y los empresarios, suponiendo que haya mucha diferencia de unos a otros, se frotan las manos y dicen que nunca nos hemos visto como ahora, con tanto florecimiento económico y tanta pujanza y tanto negocio.La que voy a contarles es peripecia laboral gris, de andar por casa.Ni siquiera es dramática, o espectacular.En este país miserable hay historias laborales atroces, indignantes, despiadadas, y ésta es normalita.Pero acabo de oír a un ministro diciendo que nunca hemos estado como ahora, y que somos el pasmo de Europa, etcétera.Y me han dado ganas de contarles a ustedes la historia de Aurora.Aurora, que es gallega de Galicia, acabó el COU y aprobó el acceso a la universidad; pero en su casa hacía falta viruta, así que cambió los sueños por un trabajo en una cadena de supermercados.Su situación laboral —37.000 al mes y sin contrato— incluía doce horas diarias.A los dos años fue fija y estuvo trabajando sin mayores problemas durante doce años más.O sea, catorce trabajando de cajera, dale que te pego y cliente tras cliente, y los errores con cargo al propio bolsillo.Y al terminar la jornada, limpieza del local fuera de contrato y sin cobrar.En fin.Una vida laboral como otra cualquiera.En España.Luego, hace como tres o cuatro años, vino la crisis y las cosas se enrarecieron.Los encargados empezaron a apretar, llegaron los nervios y los miedos, las amenazas en el horizonte.Cuando hay malos vientos, los pelotas y los trepas se mueven que da gusto, como si olieran la escabechina antes que nadie [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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