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.Suzette, al sentir quizá aquella valoración, desplazó la mano y tiró con estrépito al suelo un cuenco de latón que había sobre la mesilla de noche.Cuando Valerie se agachó a recogerlo, su madre continuó gimiendo.Valerie recordó la historia de Solomon y volvió sobre los detalles de la noche previa: ¿había visto al Lobo recibir un corte?, ¿dónde había estado su madre?«¿Es mi madre el Lobo?».Valerie no podía soportar pensar en ello, así que, cuando la Abuela le dio un empujoncito hacia Suzette, ella fue hacia su madre sin dudarlo.CAPÍTULO 20Llegó el sonido de unas botas que ascendían por la escalera y martilleo en la puerta.Así que habían venido, tal y como dijeron que harían, a desmontar sus hogares, a desvestirlos y desnudarlos.Los inquisidores levantarían la tapa de sus vidas y escarbarían en busca de sus secretos.«¿Qué tenemos que ocultar?», se preguntó Valerie.¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!El martilleo se hacía más insistente.Valerie mantuvo echado el cierre de cadena y abrió la rendija de la puerta con un crujido a la espera de encontrarse al Capitán o al mismísimo Solomon.En cambio, se encontró con unos ojos ardorosos, apremiantes, aterradores… Como los que había visto en el callejón oscuro.—¿Peter?—Valerie, ábreme la puerta —vaciló; algo en su interior le decía que no debería hacerlo.Peter empujaba la hoja, que crujió bajo la presión, aunque la cadena resistía—.Ábrela.¿Por qué se estaba comportando de un modo tan salvaje?—No deberías estar aquí —oyó decir a su propia voz.—Estamos todos en peligro —siseó Peter—.Tenemos que marcharnos.A través de la rendija de la puerta, sus pupilas eran del grosor de una aguja, resplandecían como calentadas al fuego.Pensó en el chico que era y por fin reconoció que ya había dejado de ser aquel muchacho.—Coge tus cosas, rápido.Ven conmigo.Valerie pensó en el granero, en el aliento de Peter sobre su cuerpo, en cómo se había sentido como si él quisiera devorarla.Ven conmigo o mataré a todo aquel que ames.No había sido él quien dijo eso… ¿no? No, fue el Lobo.Sin embargo, allí estaban sus ojos, peligrosos y refulgentes, que tiraban de su corazón.Intentaban atraerla y llevársela lejos.Retrocedió del mismo modo en que lo habría hecho ante un carro que pasase volando a toda velocidad.—Valerie, no tenemos tiempo.Solo habían pasado dos días, pero mucho había cambiado desde el momento en que estaba preparada para huir con él, desde que hubo confiado en él lo suficiente como para eso.Desde entonces, su hermana había muerto.Su aldea había sido devastada.Su madre, atacada.Desde que llegó el Lobo…«Desde que llegó Peter».—Rápido, Valerie.Se aclaró la mente y se obligó a decir algo, cualquier cosa.—No puedo, han herido a mi madre.—¿Cómo es posible que no lo matase cuando tuve la oportunidad? —gruñó Peter, que retrocedió para tirar una piedra hacia abajo, al camino, con fuerza, como si esta encerrase todos sus remordimientos.Y en ese instante, cuando las manos de él se habían apartado de la puerta, ella se abalanzó para cerrarla, y echó el cerrojo.Su voz regresó a la puerta.—¿Qué estás haciendo?—No tengo elección, lo siento.Valerie se apoyó en la puerta, a la espera de oír el sonido de su marcha.La duda recorría su cuerpo como los granos más fríos de la arena más fina.¿Había tomado la decisión correcta? ¿O el miedo la había puesto en contra de la persona que más amaba?Cuando oyó que sus pasos se alejaban, miró a través de los vidrios emplomados de la ventana.Sus ojos captaron algo en el bolsillo de atrás.Un cuchillo.Peter había robado un cuchillo.Teníamos siete años, y habíamos capturado un conejo en una trampa.Intercambiamos una mirada misteriosa, una mirada que jamás olvidaré, la de una emoción salvaje compartida, como unos lobeznos que diesen caza a su primera presa.Del cuello del conejo brotó un chorro de sangre, un veloz riachuelo rojo a través del blanco impoluto de su pelaje, lo bastante lento como para ser cruel.No había cortado con la suficiente profundidad.¿Había deseado perdonarle la vida, o prolongar su agonía? Nunca quise conocer la respuesta.¿Había sido Peter, o fue ella quien empujó al otro a matar?«El Lobo sabía que yo había matado ya».«El Lobo».«Peter».«¿Puede ser?» [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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