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.—¿Adonde quiere ir a parar con estas preguntas, señor Smith? —preguntó Frawley con calma.—Dice usted que su hijastro Richie siempre ha tenido unos celos terribles de su hijo Steve.Sabemos que incluso intentó salir con su nuera antes de que ella conociera a Steve.Richie es un experto en finanzas, razón por la cual fue capaz de engañar a tanta gente con aquella inversión falsa.Franklin Bailey ha pasado a formar parte de nuestra investigación, y en el proceso de verificación de unos datos sobre él vimos que había recibido una llamada desde esta casa cuando pasaban aproximadamente diez minutos de las diez de la mañana del martes.Las arrugas que surcaban el rostro curtido de Tom Frawley se hicieron más profundas.—Yo desde luego no telefoneé a Franklin Bailey.—Frawley se volvió hacia su mujer—.Grace, no lo llamarías tú, ¿verdad?—Pues sí que lo hice —respondió Grace Frawley con firmeza—.Dieron su número en la tele, y lo llamé para darle las gracias por ayudar a Steve y Margaret.Al ver que no lo cogía y saltaba el contestador no le dejé ningún mensaje.—La mujer miró al agente Smith, con una expresión de ira que sustituyó el sufrimiento instalado en su mirada—.Señor Smith, sé que usted y su gente tratan de llevar ante la justicia a los responsables del secuestro de mis nietas y la muerte de Kathy, pero preste mucha atención a lo que voy a decirle.No me importa si Richie se presentó o no a trabajar en el aeropuerto de Newark.Creo que usted insinúa que Franklin Bailey y él se llevan algo entre manos que puede tener alguna relación con el secuestro de nuestras nietas.Eso es absolutamente ridículo, así que no pierda más el tiempo ni nos lo haga perder a nosotros siguiendo esa línea de investigación.Grace Frawley apartó la otomana de un empujón y se puso de pie, apoyándose en los brazos del sillón.—Mi nieta está muerta.Yo tengo unos dolores que casi no puedo soportar.Uno de mis hijos y mi nuera están destrozados.Mi otro hijo es débil e insensato, un ladrón incluso, pero no es capaz de algo tan despreciable como secuestrar a sus propias sobrinas.Déjelo, señor Smith.Dígale a su gente que lo dejen.¿Acaso no he tenido ya suficiente?En un gesto de desesperación absoluta levantó las manos, se desplomó en el sillón y se echó hacia delante hasta tocar las rodillas con la frente.—¡Márchense! —espetó Tom Frawley, señalando la puerta—.Ya que no han podido salvar a mi nieta, al menos salgan ahí fuera y encuentren a su secuestrador.Se equivocan de persona si lo que intentan es achacar este delito a Richie, así que no pierdan el tiempo pensando siquiera en que pueda estar involucrado.Smith escuchaba, sin alterar el semblante.—Señor Frawley, si tienen noticias de Richie, ¿serían tan amables de decirle que tenemos que hablar con él? Le dejo mi tarjeta.—Smith se despidió de Grace Frawley con la cabeza, dio media vuelta y, seguido de la agente Rogers, abandonó la casa de los Frawley.Ya en el coche introdujo la llave en el contacto antes de preguntar:—¿Cuál es tu impresión?Carla sabía a qué se refería.—Esa llamada a Franklin Bailey.creo que es posible que la madre esté intentando encubrir a su hijo.—Yo también lo creo.Richie no llegó aquí hasta el sábado de madrugada, lo que significa que podría haber tenido tiempo de sobra para participar en el secuestro.Estuvo en Ridgefield hace un par de meses de visita en casa de su hermanastro, así que conocía la distribución de la vivienda.Puede que decidiera visitar a su madre convaleciente para tener una coartada.Podría haber sido perfectamente uno de los dos hombres que recogió el dinero del rescate.—Si fuera uno de los secuestradores, tendría que haber ido con máscara.De lo contrario, por poco que las gemelas lo hubieran visto, podrían haberlo reconocido.—¿Y si fue así? ¿Y si una de ellas lo reconoció, y por eso no podían dejar que volviera a casa? ¿Y si la muerte de Lucas Wohl no fue un suicidio?Rogers se quedó mirando a su superior.—No sé si los de las oficinas de Nueva York y Connecticut habrán considerado esa posibilidad [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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