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.Lamb, ebrio, le echó en cara a Haydon que hubiera pintado a Newton, «un tipo que no creía nada a menos que estuviera tan claro como los tres lados de un triángulo».Keats se alió con Lamb; Newton había destruido toda la poesía del arco iris al reducirlo a los colores del prisma.«Fue imposible resistírsele», cuenta Haydon, «y todos brindamos "¡A la salud de Newton, y confusión a las matemáticas!"».Años más tarde, Haydon recordaba aquella «cena inmortal» en una carta a Wordsworth, su colega superviviente.¿Recuerda usted cuando Keats propuso como brindis «Confusión a la memoria de Newton», y como usted insistiese en pedir explicaciones antes de beber, él dijo: «Porque destruyó la poesía del arco iris al reducirlo a un prisma»? ¡Ah, viejo y querido amigo, nunca volveremos a ver días como aquellos!Haydon, Autobiography and Memoirs [Autobiografía y memorias]Tres años después de la cena de Haydon, en su largo poema «Lamia» (1820), Keats escribió¿Acaso no vuelan todos los encantosAl mero toque de la fría filosofía?Una vez había en el cielo un arco iris tremendo;Conocemos su trama, su textura; está indicadaEn el insulso catálogo de las cosas comunes.La filosofía cercenará las alas de un Ángel,Conquistará todos los misterios con la regla y la línea,Vaciará el aire de fantasmas, y la mina de gnomos.Destejerá un arco iris.{14}Wordsworth tenía un mejor concepto de la ciencia y de Newton («Que viajó en solitario por los extraños mares del pensamiento»).En el prefacio de sus Lyri- cal Ballads [Baladas líricas] (1802), previo un tiempo en el que «Los descubrimientos más remotos del químico, el botánico o el mineralogista serán objetos tan propios del arte poético como cualesquiera otros susceptibles de serlo».Su colaborador Cole-ridge dijo en otro lugar que «harían falta las almas de 500 Isaac Newton para obtener un Shakespeare o un Milton».Esto puede interpretarse como la hostilidad patente de un destacado romántico contra la ciencia en general, pero la cosa es más complicada.Coleridge leyó muchísima ciencia y presumía de ser un pensador científico, y más en lo que respecta a la luz y el color, tema en el que afirmaba haberse anticipado a Goethe.Algunas de las especulaciones científicas de Coleridge han resultado ser plagios, y quizá demostrara poco criterio en cuanto a quién plagiar.No era a los científicos en general a quienes Coleridge anatemizaba, sino a Newton en particular.Tenía en mucha consideración a Sir Humphry Davy, a cuyas conferencias en la Institución Real asistía «con el fin de renovar mi surtido de metáforas».Encontraba que los descubrimientos de Davy, comparados con los de Newton, eran «más intelectuales y más ennoblecedores y afirmadores de la naturaleza humana».Su uso de verbos como ennoblecer y afirmar sugiere que el corazón de Coleridge quizás estaba en la posición correcta en cuanto a la ciencia, si no en cuanto a Newton.Pero no se mantuvo fiel a sus propios ideales de «desplegar y disponer» sus ideas en «conceptos precisos, claros y comunicables».En una carta de 1817 manifestaba, casi fuera de sí, su confusión a propósito del espectro y el arco iris:Para mí, lo confieso, las proposiciones de Newton: primera, del rayo de luz como individuo sinódico físico; segunda, de que 7 individuos específicos coexisten (¿mediante qué cópula?) en este rayo complejo pero divisible; tercera, que el prisma es un mero disector mecánico de este rayo, y última, que la luz es el resultado común, es = confusión.En otra carta de 1817, Coleridge se entusiama con su tema:De modo que, de nuevo, el color es la gravitación bajo el poder de la luz, siendo el amarillo el polo positivo, el azul el negativo y el rojo la culminación o ecuador; mientras que el sonido, en cambio, es la luz bajo el poder o preeminencia de la gravitación.Puede que, simplemente, Coleridge naciera demasiado pronto para ser un posmodemo:La distinción figura/fundamento prevalente en El arco iris de la gravedad es también evidente en Vineland, aunque en un sentido más autoestable.Así, Derrida utiliza el término «teoría cultural subsemiótica» para denotar el papel del lector como poeta.De este modo, el tema se contextualiza en una teoría capitalista poscultural que incluye el lenguaje como paradoja.Esta cita procede de http://www.cs.monash.edu.au/links/postmo-dern.html, donde puede encontrarse una cantidad literalmente infinita de dislates parecidos.Los juegos de palabras sin sentido de los savants francófonos en boga, que Alan Sokal y Jean Bricmont denuncian en su espléndido libro Imposturas intelectuales (1998), parecen no tener otra función que impresionar a los crédulos.Ni siquiera pretenden ser comprendidos.Una colega confesó a un devoto norteamericano del posmodemismo que encontraba su libro muy difícil de comprender.«¡Oh, michas gracias!», le contestó con una sonrisa, evidentemente encantado por el cumplido.Las digresiones científicas de Coleridge, por el contrario, parecen mostrar un cierto deseo genuino, aunque incoherente, de comprender el mundo que le rodeaba.Dejémoslo a un lado, en tanto que anomalía única, y sigamos adelante.¿Por qué en «Lamia», de Keats, la filosofía de la regla y la línea se califica de «fría», y por qué huye todo encanto ante ella? ¿Qué hay de tan amenazador en la razón? Los misterios no pierden su poesía cuando se resuelven.Bien al contrario; la solución es muchas veces más hermosa que el enigma y, en cualquier caso, cuando se resuelve un misterio salen a relucir otros, quizá inspiradores de una poesía más elevada.En cierta ocasión, un conocido le comentó al gran físico teórico Richard Feynman que un científico pasa por alto la belleza de una flor al estudiarla, a lo que Feynman respondió:La belleza que está aquí para ti también está a mi alcance.Pero yo veo una belleza más profunda a la que no es tan fácil acceder.Puedo ver las complicadas interacciones de la flor.El color de la flor es rojo.¿Acaso el hecho de que la planta tenga color significa que evolucionó para atraer a los insectos? Esto añade una pregunta adicional.¿Pueden los insectos ver el color? ¿Poseen un sentido estético? Y así sucesivamente.No veo que el hecho de estudiar una flor le reste nada de su belleza.Sólo le añade.«Recordando a Richard Feynman», The Skeptical Inquirer (1988)La disección de Newton del arco iris en luz de diferentes longitudes de onda llevó a la teoría del electromagnetismo de Maxweil, y de aquí a la teoría de la relatividad especial de Einstein.Si el lector piensa que el arco iris tiene misterio poético, debería probar con la relatividad.El propio Einstein aplicó abiertamente juicios estéticos a la ciencia, y puede que hasta fuera demasiado lejos.«La cosa más bella que podemos experimentar», dijo, «es lo misterioso.Es el origen de todo el arte y la ciencia auténticos [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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