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.Cualquier liberto demasiado próspero o demasiado locuaz podía ser el siguiente.«Pero nueve en una noche…» Aquello sí que la asustaba.—Contádmelo todo —ordenó.Fue Gusano Gris el que respondió.—Tendieron una emboscada a vuestros siervos mientras patrullaban por el empedrado de Meereen para defender la paz de Su Alteza.Todos iban bien armados, con lanzas, escudos y espadas cortas.Iban de dos en dos, y de dos en dos murieron.Vuestros siervos Puño Negro y Cetherys fueron asesinados con saetas de ballesta en el Laberinto de Mazdhan.A vuestros siervos Mossador y Duran los aplastaron a pedradas al pie del muro del río.Vuestros siervos Eladon Pelodorado y Lanza Leal fueron envenenados en una casa de vinos a la que solían ir por las noches tras terminar la ronda.«Mossador.» Dany apretó los puños.Unos jinetes de las islas del Basilisco habían secuestrado a Missandei y a sus hermanos en Naath, para luego venderlos como esclavos en Astapor.Pese a su juventud, Missandei había demostrado tal don para los idiomas que los Bondadosos Amos la habían formado como escriba.Mossador y Marselen no habían tenido tanta suerte.Los castraron y los convirtieron en Inmaculados.—¿Habéis capturado a alguno de los asesinos? —le preguntó a Gusano Gris.—Vuestros siervos han detenido al dueño de la casa de vinos y a sus hijas.Juran que no sabían nada y suplican misericordia.«Todos juran que no sabían nada y suplican misericordia», pensó Dany.—Entregádselos al Cabeza Afeitada.Que no se comuniquen entre ellos.Skahaz, quiero que los interroguéis.—Así se hará, Vuestra Adoración.¿Cómo preferís que sea el interrogatorio? ¿Delicado o brusco?—Delicado al principio.A ver qué cuentan y qué nombres mencionan.Puede que no tengan nada que ver con esto.—Titubeó un instante—.El noble Reznak dice que fueron nueve.¿Quiénes más?—Tres libertos, asesinados en sus casas —respondió el Cabeza Afeitada—.Un prestamista, un zapatero y la arpista Rylona Rhee.Antes de matarla le cortaron los dedos.La reina dragón entrecerró los ojos.Rylona Rhee tocaba el arpa con tanta dulzura como la Doncella.Mientras era esclava en Yunkai tocaba para todas las familias nobles de la ciudad.En Meereen se había convertido en una de las líderes yunkias de los libertos; los representaba en las sesiones del consejo de Dany.—¿No tenemos más prisioneros que ese vendedor de vino?—Uno lamenta confesar que no.Os suplicamos vuestro perdón.«Más misericordia —pensó Dany—.Tendrán la misericordia del dragón.»—He cambiado de opinión, Skahaz.Que el interrogatorio sea brusco.—Muy bien —asintió—.También puedo interrogar con brusquedad a las hijas mientras el padre mira.Si os parece bien, así les sacaremos unos cuantos nombres.—Haced lo que podáis, pero quiero esos nombres.—Sentía la rabia como una hoguera en el vientre—.No permitiré que asesinen a más Inmaculados.Que vuestros hombres se retiren a los barracones, Gusano Gris.De hoy en adelante vigilaran mis muros, mis puertas y a mí, nada más.—Uno os escucha.Uno os obedece.—A partir de ahora, los encargados de mantener la paz en Meereen serán los meereenos —declaró—.Quiero que creéis un nuevo cuerpo de guardia, Skahaz, que se componga a partes iguales de vuestros cabezas afeitadas y mis libertos.—Como ordenéis.¿Con cuántos hombres?—Tantos como sean necesarios.Reznak mo Reznak contuvo una exclamación.—Magnificencia —intervino—, ¿de dónde sacaremos dinero para pagar el salario de tantos hombres?—De las pirámides —replicó Dany—.Lo llamaremos impuesto de sangre.A cada pirámide le cobraré cien piezas de oro por cada uno de los libertos asesinados por los Hijos de la Arpía.—¿Cien? —gimió Reznak—.Es demasiado; tengo miedo de que…—Que sean ellos los que tengan miedo.Han despertado al dragón.—Dany se levantó—.Marchaos, id a cumplir las órdenes.Tengo que llorar a mis muertos.Al regresar a sus habitaciones de la parte superior de la pirámide se encontró con Missandei, que lloraba quedamente en su cama y hacía lo posible por disimular el sonido de los sollozos.—Ven a dormir conmigo —le dijo a la pequeña escriba—.Aún faltan horas para el amanecer.—Su Alteza es muy bondadosa con una.—Missandei se deslizó bajo las sábanas—.Era un buen hermano.Dany abrazó a la niña.—Háblame de él.—Cuando éramos pequeños me enseñó a trepar a los árboles.Era capaz de atrapar peces con las manos.Un día lo encontré dormido en nuestro jardín; se le había posado encima un centenar de mariposas.Aquel día estaba tan hermoso… Una… es decir, yo lo quería mucho.—Igual que él a ti.—Dany acarició el pelo de la niña—.Xaro me ha ofrecido una flota.Si las naves son seguras, nos marcharemos de este lugar odioso.Te llevaré a casa, te lo prometo.A Naath.—Prefiero quedarme con vos.En Naath me pasaría la vida aterrada, pensando que podrían volver los esclavistas.Cuando estoy con vos me siento a salvo.A salvo.Aquellas palabras hicieron que a Dany se le llenaran los ojos de lágrimas.—Quiero mantenerte a salvo, de verdad, pero… —Missandei no era más que una niña.A su lado se sentía con derecho a ser ella una niña también—.A mí nadie me mantuvo a salvo cuando era pequeña.Bueno, sí, Ser Willem, pero luego murió, y Viserys… Quiero protegerte, pero… Qué difícil es [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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